Los límites del cine

9 diciembre – 17 de diciembre, 2010
Lugar
Edificio Sabatini, Auditorio
Comisariado
Rubén García López y Salomé Ramírez
Los Hijos. Los Materiales, 2009
Los Hijos. Los Materiales, 2009

El límite es, por un lado, aquello que permite acotar un objeto o un territorio, saber cuál es su contorno, su ámbito, su radio específico de acción. Pero, por otro, es también el espacio donde este objeto se disuelve, se mezcla hasta la indistinción con su contexto, sus alrededores, incluso con sus contrarios más radicales.

Las obras presentadas en este ciclo se materializan en ese espacio: los protagonistas de Juventude em Marcha (2006), de Pedro Costa (Lisboa, 1959), son reales, se interpretan a sí mismos, habitan los espacios de su vida diaria, pero el filme es una ficción por el modo en que todos ellos son mostrados junto con su historia, el pasado de sus vidas y su mundo, aunque las formas del presente nunca sean transgredidas.

Los materiales (2009), del colectivo Los Hijos, es una obra tensa, problemática como ficción, aunque no lo es menos como documental, situada entre unas voces convertidas en subtítulos, en escritura, e imágenes vagas y metraje bruto, documentos puros de un trabajo: el de encuadrar, enfocar y grabar planos de apoyo. Como ha escrito Daniel García: “se rebela contra un cine al que invoca constantemente”.

Por su parte, Eva Koch (Frederiksberg, 1953) utiliza la cámara a modo de cincel para redimensionar lo que acontece a su alrededor. En Evergreen (2006) realiza una observación documental y registra lo que la rodea, posando su mirada sobre aspectos de la realidad que pueden ser completamente invisibles a primera vista. De este modo visibiliza y materializa el exterior filmado. En Approach muestra un espacio de cruce entre lenguajes, mientras que en NoMan (1998) despliega el misterio en torno a una corriente de personas que transita por un camino lleno de peligros.

En Siete vigías y una torre (2004), Manuel Asín registra con su cámara, en un simple plano fijo, las esculturas públicas de Jorge Oteiza. Pero también altera el tiempo, el movimiento en las tomas y, quizá gracias a ello, estas esculturas acaban siendo retratadas. ¿Puede decirse así que hay documento en el cine en tanto hay tiempo y ficción, en tanto hay movimiento? ¿O todo esto surge de la errónea idea de que documento es mirada y la ficción voz, el uno retrato y la otra representación?