De la sangre, del placer y de la muerte... o algunas películas sobre la “desorientación sexual”
El título del ciclo, inspirado en parte por la trilogía fílmica de Gregory Markopoulos (Toledo, 1928; Freiburg, 1992), Du sang, de la volupté et de la mort (1947-1948), funciona como metáfora para una serie de películas que, como la obra del propio Markopoulos, vieron “en la sangre, en el placer y en la muerte” un lugar imaginario de confrontación del deseo, el dolor y el aniquilamiento del cuerpo y su ser oprimido por la norma social y el tabú sexual. Por su parte, el subtítulo, Algunas películas sobre la “desorientación sexual”, se debe a la constatación de un hecho: el cine gay y lésbico “no” existe con anterioridad a los años setenta y, si existiera, quizás solo se reduciría a dos o tres nombres: si no existía la idea de colectivo ni el concepto de identidad gay y lésbica basado en el término de “orientación” sexual (surgido en la década de los setenta), difícilmente dicho corpus fílmico se denominaría a sí mismo como tal. Lo cual no quiere decir que no hubiera películas sexualmente ambiguas que sugirieran deseos “extraños” o artistas y cineastas igualmente “desorientados”. Existen cientos de películas con personajes homosexuales, pero muy pocas fueron realizadas por ellos mismos y, aun menos, con un contenido gay y lésbico.
De la sangre, del placer y de la muerte... tiene su centro de gravitación en torno al cine de vanguardia europeo de los años veinte y el cine underground americano, pero entendiendo este último en su doble acepción de sustantivo y adjetivo. Es decir, underground como movimiento fílmico específico, localizado en Nueva York durante los años sesenta, y como concepto, películas alternativas no comerciales y de bajo presupuesto sin una ideología estética y social definida. Desde que el término fuera acuñado por Manny Farber en 1957, a menudo “underground” ha sido sinónimo de subcultura, de sentimiento antiburgués y, sobre todo, de un cine anti-Hollywood. Un cine que se distingue por una mezcla de primitivismo y crudeza, por su ambivalencia hacia la cultura de masas y, sobre todo, por una deliberada e impúdica actitud hacia todo lo tabú, especialmente el (hetero-homo) sexual.