Untitled (Sin título)

Las telas de Vivian Suter contienen, además de pigmentos de vivos colores, restos de lluvia, de barro y del impacto del viento que se deja sentir en el exuberante jardín de su casa de Panajachel, en la selva de Guatemala, donde vive desde hace tres décadas. Incorporan la fuerza de la intemperie. Se transforman con la lluvia, el calor y la tierra y guardan no solo la huella de su cuerpo, sino también el rastro de hojas o frutas caídas y de los perros, gatos e insectos que viven en el vergel. Operan como un espacio de encuentro entre humanos y naturaleza, un tema siempre presente en la pintura de Suter que se manifiesta no tanto en los motivos como en el proceso de creación, en el que ambas dimensiones intervienen en equilibrio y rompen toda relación de dominio de la artista sobre su obra.