Visage de femme dite «l'egyptienne» (Rostro de mujer llamado «la egipcia»)

Julio González abordó la escultura desde el estudio del dibujo y apoyado en una sólida formación técnica en el tratamiento del hierro; sin embargo, en el momento de la realización de esta obra, su trabajo aún se divide entre pintura, escultura y orfebrería. El escultor viajó a París en 1899, donde pudo apreciar directamente la obra del admirado Rodin y las innovaciones del escultor italiano Medardo Rosso, cuyo trabajo en cera influye directamente sobre obras como Visage de femme dite «l'egyptienne» (Rostro de mujer llamado «la egipcia»). Se trata de uno de los numerosos rostros que realizó durante los primeros años de su estancia en la capital francesa, base de las Máscaras que desarrollará en los años centrales de su carrera. La técnica del repujado, propia de la orfebrería, aplicada aquí a la chapa de cobre, permitió conceder una cualidad impresionista a esta obra, cuya sutileza contrasta con la inicial rigidez del material, y le permite lograr en metal una superficie escultórica cercana a la que consiguió con la cera Medardo Rosso. La referencia al arte egipcio hunde sus raíces en el interés cubista por la ruptura de la perspectiva que caracterizó este arte de la antigüedad, y como contra modelo de los cánones clásicos, dentro de un interés más genérico por lo primitivo.

Carmen Fernández Aparicio