Sala 205.05
Las paredes hablan

Carteles, prensa y revistas constituyeron el medio más importante de difusión ideológica durante la Guerra Civil. Al servicio de una empresa colectiva de enorme magnitud como es la defensa de una idea de país, fueron además objetos de experimentación en el campo de la propaganda en la que intervinieron numerosos artistas plásticos, fotógrafos, escritores y diseñadores comprometidos con la causa.

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Carteles, prensa y revistas constituyeron el medio más importante de difusión ideológica durante la Guerra Civil. Al servicio de una empresa colectiva de enorme magnitud como es la defensa de una idea de país, fueron además objetos de experimentación en el campo de la propaganda en la que intervinieron numerosos artistas plásticos, fotógrafos, escritores y diseñadores comprometidos con la causa.

Durante los años de la contienda los carteles ocupan un lugar privilegiado como medio de comunicación de masas. «Por todas partes se veían carteles revolucionarios, flameando desde las paredes sus limpísimos rojos y azules, que hacían que los escasos anuncios que les rodeaban parecieran manchas de barro». Así recordaba Georges Orwell las calles de Barcelona en su novela Homenaje a Cataluña (1938). Su elevado número en la zona republicana, la multiplicidad de mensajes y organizaciones editoras y su acumulación en los muros resignificaban el espacio urbano convirtiendo las calles y plazas en un escenario, una máquina-altavoz de agitación y propaganda en el teatro de la guerra.

Con similares herramientas, el elevado número de prensa y revistas en este momento bélico apelan a su público desde puestos y kioscos, ámbitos preferentes de intercambio de ideas en las calles. A través de imágenes impactantes, titulares llamativos, diseño de vanguardia o una mera acumulación seriada, la propaganda impresa fue fundamental en la «guerra de ideas». En combinación con los carteles, la propia ciudad grita desde los muros y los kioscos, avisa, alerta, recuerda y amplifica su mensaje en todas direcciones.

Como una réplica de lo que sucede en las calles, el Guernica (1937) ejerce desde el Pabellón Español de la Exposición Internacional de París de 1937 como un enorme cartel político, como un grito mural que interpela, en este caso, a un público internacional.

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