Sala 208.02
La llegada masiva de trabajadores del campo hacia las ciudades trajo consigo un gran déficit de vivienda que acarreó la proliferación de barracas y chabolas, conformando esa imagen de ciudad insalubre en la que se libra el conflicto social de la clase obrera. Quedarán en evidencia las carencias y necesidades que presentaban los hogares del momento lo que motivará la aparición de diferentes soluciones. Viviendas comunales, ambiciosos programas de vivienda pública, cooperativas y colonias industriales serán algunas de las respuestas que se darán desde la arquitectura.
Ildefonso Cerdá será, de nuevo, uno de los primeros autores que se plantee este problema en la memoria de su anteproyecto del Eixample. En ella introduce el concepto de «unidad mínima de vivienda» y plantea diferentes diseños de nuevos modelos de casa obrera con los servicios compartidos inspirándose en otros modelos de ciudades obreras en Lille o París.
En términos, en cierto modo, utópicos se dará forma a otra de las propuestas a partir de las ideas plasmadas por Charles Fourier en su obra Explanación del sistema societario. Enmarcado dentro de un socialismo utópico, el falansterio se concebía como una comunidad autosuficiente de producción, consumo y residencia en la que no habría salarios ni propiedad privada. Este concepto se retomaría años más tarde, en 1877, por Jean-Baptiste André Godin que fundó su familisterio en Guise (Aisne) a partir del falansterio de Fourier.
También habrá una respuesta desde la administración cuyo máximo exponente será el programa de vivienda pública puesto en marcha en la ciudad de Viena a partir de 1920 y que encontraría su final con la llegada de los nazis. Según el censo de 1917 de la ciudad de Viena, el 37% de las viviendas equivalían a apartamentos mínimos en condiciones higiénicas inaceptables. Cuando el partido socialista austríaco se hace con la gestión de la ciudad sitúa el problema de la vivienda en el frente de las prioridades de su acción política y construye 65.000 viviendas siguiendo la orientación ideológica de Otto Bauer en su ensayo Der Weg zur Sozialismus. Los Höfe son elegidos a partir de 1923 como tipología privilegiada de intervención representando una versión actualizada del falansterio, y a su vez un tipo de edificio muy enraizado en la historia de la ciudad de Viena.
Los propietarios industriales tampoco se mantendrán al margen de esta problemática. Bien fuese por compromiso social, bien fuese como antídoto contra la conflictividad laboral, serán promotores de colonias que se levantarán junto a las fábricas y que estarán dotadas de todas las infraestructuras necesarias para los trabajadores. Este paternalismo se fundamentaba en el dominio sobre todos los bienes del patrón quien, además, obtenía beneficios económicos, paz social, protagonismo industrial y poder. Por otro lado, a cambio de la limitación de los derechos y el control social y moral, el obrero obtenía como compensación la seguridad de mantener el trabajo, una vivienda y mejores condiciones que en otras industrias.
Por último, serán los propios trabajadores los que aporten una nueva solución al problema de vivienda a través de las cooperativas, dirigidas a garantizar el bienestar de sus socios prestando atención a la educación, la asistencia sanitaria, el acceso a la alimentación, etc. Uno de los ejemplos más destacados será el proyecto realizado por un joven Antoni Gaudí para la Cooperativa Obrera Mataronense de la que solo se llegó a levantar la nave de blanqueo, pero que contemplaba la edificación de un barrio de viviendas económicas para los trabajadores.