La exposición retrospectiva de Ángel Ferrant (Madrid, 1890-1961) propone un recorrido en orden cronológico por la producción del artista, desde sus primeras obras de la década de 1910, hasta las series de Escultura infinita, a las que dedica los últimos años de su vida.
La muestra se organiza en diez secciones diferenciadas y presenta una biografía dominada por una voluntad renovadora y el rápido alejamiento de las convenciones académicas, para entregarse a la experimentación formal desde la abstracción. La exposición incluye además un “Taller Ferrant”, dedicado a desarrollar distintas actividades didácticas, dado el papel de Ferrant como renovador de la pedagogía artística y su interés por el dibujo infantil.
En sus inicios, trabaja como profesor en la Escuela de Artes y Oficios de La Coruña y participa en certámenes académicos, a los que presenta obras dentro del realismo academicista como La cuesta de la vida (1910) o El hombre del mono (1913). Tras estos comienzos, enseguida se produce un giro renovador del concepto de creación y del objeto artístico. Su estancia en Barcelona entre 1920 y 1934 propicia el cambio de su lenguaje clasicista hacia una gramática moderna, destacada por la síntesis de líneas en La escolar (1925) o Llobregat (1927). En algunas obras, como Reyes Magos (1931), se produce una primera tentativa hacia la abstracción, con la apertura hacia nuevas técnicas escultóricas.
Varios hechos marcan el posterior trabajo de Ferrant y su fortuna como maestro de siguientes generaciones. Por un lado, su participación en la fundación del grupo ADLAN (Amics de l´Art Nou) en 1931 y en la Exposición Logicofobista (1936), donde es reconocido como vínculo con las poéticas surrealistas del objeto. Por otra parte, desde 1945 reconsidera los objetos hallados, dentro de la poética del objet trouvé. Trabaja principalmente con objetos naturales, como piedras, palos o conchas, y los transforma en conjuntos denominados de “expresión inutilitaria” por el propio artista. Este principio se amplifica a finales de los años cuarenta, al encontrar en el Arte Prehistórico un ejemplo estético y formal para la escultura en obras como Partenogénesis (1950), Metamorfosis de cartílagos telúricos (1950) y Majestad (1951).
Ferrant es fundamental en la puesta en marcha en 1949 de la I Semana de Arte de la Escuela de Altamira y en las conferencias de la Decena de arte abstracto (1953) en Santander. El artista insiste en esta vía y en su exposición en 1957 en la Galería Syra de Barcelona presenta obras que abordan la estética de la abstracción primitivista y enfatizan en la asociación léxica de formas, como Toro-figura 6 (1957) o Figura 10 (1957).
Dentro de su variada y renovadora producción, destacan también las esculturas articuladas y los móviles, que muestran su preocupación por el movimiento y la ocasionalidad, así como su constante indagación gráfica, como vía para generar ideas y formas para sus obras.
De manera global, el conjunto de la exposición revela a través de decenas de esculturas, dibujos y documentos el trabajo de Ferrant como dibujante, escultor, diseñador y pedagogo.
Datos de la exposición
Museu Nacional d'Art de Catalunya, Barcelona (octubre - diciembre, 1999)
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