Artistas españoles. Obras de los años 80 y 90 en las Colecciones del museo

10 febrero - 31 marzo, 1994 /
Edificio Sabatini, Planta 3
Martín Chirino. Mi patria es una roca I. El viento (70), 1986-1987. Escultura. Colección Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid
Martín Chirino. Mi patria es una roca I. El viento (70), 1986-1987. Escultura. Colección Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid

Esta exposición, tercera del proyecto que se pretende mostrar bajo nombres y temas la Colección del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, pone de manifiesto que uno de los rasgos definitorios de la producción artística española durante los años ochenta y noventa es la pluralidad. También, las obras y la trayectoria de los artistas representados revelan la paulatina inserción y participación de estos últimos en los debates artísticos y estéticos internacionales. La exposición queda restringida a dos ámbitos de la producción nacional: la pintura y la escultura, además de considerar el viraje de ésta hacia la instalación.

La presencia de Esteban Vicente, Eduardo Arroyo, Pablo Palazuelo y Luis Gordillo permite ilustrar la actualidad de unas trayectorias ya de largo recorrido y en campos estéticos y gramáticas pictóricas muy diferentes. Esa misma variedad se advierte en el abanico que abren Alfonso Galván y Hernández Pijuan, o Jaime Burguillos y Ferrán García Sevilla. Los nuevos lenguajes pictóricos, líricos en muchos de los casos aquí seleccionados, ejemplos en su mayoría de propuestas alternativas a la figuración y de una declarada voluntad colorista (señalando el fin de una larga etapa heredera del arte de posguerra e informalista), quedan representados en los trabajos de José María Sicilia, José Manuel Broto, Darío Urzay, Juan Uslé, Juan Ugalde, Miquel Barceló y Juan Navarro Baldeweg.

Por otro lado, en cuanto a la escultura, se advierte la continuación de una línea analítica interesada en cuestiones geométrico-espaciales (Sergi Aguilar) y constructivas (Begoña Goyenetxea); aunque también irrumpe una vertiente más experimental desde el ensamblaje y la interacción de planos (Txomin Badiola, Peio Irazu). De manera generalizada los escultores españoles desechan la noción de monumento (pieza finita, pedestal) a favor de la de escenificación y la subversión de la idea de límite, confiriendo al espacio un papel fundamental de interacción y desarrollo material y simbólico (Cristina Iglesias, Juan Muñoz, José Herrera, Susana Solano). Esta práctica escultórica reclama la renovación del papel del espectador, convirtiéndole en parte integrante de la puesta en escena. Idéntica actitud activa requieren las instalaciones (Manuel Sáez, Federico Guzmán), donde la manipulación artística de objetos cotidianos enfrenta al público ante un mundo de materiales resignificados.