José Manuel Broto (Zaragoza, 1949) se inicia en la pintura en base a una Abstracción de carácter geométrico. A principios de los años setenta forma el grupo Trama, junto a Gonzalo Tena, Javier Rubio Navarro y Xavier Grau. Otros compañeros de Teruel y Zaragoza como Federico Jiménez Losantos, José Antonio Labordeta o José Sanchís Sinisterra participan en el ambiente de este grupo artístico, que pronto se traslada a Barcelona. Allí encuentran su fundamentación teórica en el Marxismo-leninismo, el pensamiento psicoanalítico, la doctrina de Mao Zedong y otras influencias, provenientes de la revista francesa de teoría y crítica literaria Tel Quel, para la que escriben pensadores como Jacques Derrida, Michel Foucault, Julia Kristeva, Roland Barthes, Umberto Eco o Georges Bataille.
Estas influencias conducen a Broto hacia una abstracción cercana a artistas como Mark Rothko, Barnett Newman, Clyfford Still, Robert Motherwell o Sam Francis, basada en el lirismo y, en algunos casos, lo sublime. El camino abierto por Antoni Tàpies, que huye de lo conceptual para practicar un arte matérico, basado en la esencialidad de la pintura, resulta fundamental para Broto. De igual manera, su traslado a París donde entra en contacto con otros artistas españoles como José María Sicilia, Miquel Barceló o Miguel Ángel Campano, supone una gran ayuda para lograr su rotunda afirmación como pintor.
En el Monasterio de Silos en Burgos se ha presentado con anterioridad obra de Tàpies y Sicilia, también de Joan Miró. Todas sus producciones dialogan a la perfección con el entorno, al igual que lo hace la obra de Broto. En esta muestra, compuesta por veintidós obras, el pintor -Premio Nacional de Artes Plásticas en 1995- elige el papel como soporte para la realización de las pinturas.
La importancia concedida al vacío y la creación de atmósferas son dos características presentes en la toda la producción de Broto, que se aprecian especialmente en Silos, protagonista de esta exposición. La serie, realizada específicamente para el contexto arquitectónico donde se muestra, trabaja con franjas de papel pintadas en diferentes tonos entre los que abundan gamas de rojos, amarillos, azules y grises. Los papeles colocados fundamentalmente en sentido vertical, se unen como polípticos, forman la obra y ejercen las funciones de fondo de una imagen principal. Broto, al aplicar la pintura, ignora los saltos entre papeles, como si nada interrumpiese el fluir de los motivos en la superficie.
En diversas obras que componen la serie, el trazo libre se alterna con figuras geométricas estilizadas, que coloca flotando en la superficie cromática. La indiscutible capacidad para las combinaciones de colores de Broto, constituye una interpretación de la trascendencia a través de una abstracción más colorista y sobrecargada que la realizada por sus antecesores, Tàpies y Sicilia. A través de un formato medio, en pocas ocasiones supera el metro, el artista persevera en la libertad del juego con los diversos colores elegidos al azar y al margen de su determinación simbólica.
Datos de la exposición
Publicaciones del Museo Reina Sofía