A través de la obra de casi medio centenar de artistas, esta exposición revisa la producción artística española realizada entre 1925 y la Guerra Civil (1936-1939). Dicho periodo aparece marcado por el Surrealismo francés o desarrollado en paralelo.
Como apunta Lucía García de Carpi (comisaria de la exposición junto con Josefina Alix), dos aspectos causan que el denominado Surrealismo español adquiera tanta importancia. Por una parte, es la primera vez que, dentro de la renovación artística de vanguardia, los artistas adoptan una actitud activa hacia lo que difunden los surrealistas desde París, superando el mero carácter receptivo de corrientes europeas. En segundo lugar, se trata de un estilo heterogéneo en España, en lenguaje y concepción. Su actividad teórica, literaria, expositiva y plástica, conforma al menos cuatro focos geográficos: Madrid (Residencia de Estudiantes y Surrealismo Telúrico de Alberto Sánchez y Benjamín Palencia), Cataluña (Grupo ADLAN, Grupo Logicofobista), Tenerife (entorno de Gaceta del Arte, Óscar Domínguez y la organización de la Exposición Internacional Surrealista en 1935) y Zaragoza (Tomas Seral y Casas y Alfonso Buñuel)
La asunción de los principios del Surrealismo, por diversas vías vinculadas a Sigmund Freud, André Bretón (Automatismo psíquico) o Salvador Dalí (Automatismo simbólico) obedece a la rápida difusión de las manifestaciones y actividades surrealistas gracias a una red de revistas que, sin ser propiamente surrealistas, se hacen eco de la actualidad artística y literaria parisina (Alfar, L´Amic des Arts, Helix, La Gaceta literaria o Gaceta de Arte), a lo que se añade la circulación de Cahiers d´Art y Minotaure en los círculos intelectuales y artísticos nacionales.
También, responde al protagonismo en el grupo surrealista francés de Salvador Dalí y Joan Miró, además del reconocimiento de Pablo Picasso. Todos ellos son a su vez referencia directa en el trabajo de los españoles: los logicofobistas y Ángel Ferrant (que adoptan la poética de los objetos encontrados y de ensamblaje que inicia Miró en los años veinte), Palencia (y el vocabulario picassiano de las formas líticas), Juan Ismael o Ángel Planells (uso de iconografías oníricas). Cabe señalar que en el impulso del Surrealismo español juega un gran papel la presencia en España de André Breton, Paul Éluard, Benjamin Péret o André Masson en los años que abarca la exposición.
El Surrealismo, en palabras de García de Carpi, “no sólo propició manifestaciones ajenas a la práctica convencional de la pintura y la escultura, como el collage, el fotomontaje o el objeto, sino que fue el primero, además, en lanzar a la palestra el tema del compromiso del arte”. Así, al estallar la Guerra Civil el Surrealismo se convierte en una de las gramáticas con las que vehicular el drama y los desastres de la contienda (Luis Fernández, Antonio Rodríguez Luna, Antoni García Lamolla o Miró), de tal modo que la guerra se presenta como el escenario de su revolución, pero también provoca el exilio de numeroso artistas.
Datos de la exposición
Kunsthalle Düsseldorf (11 febrero - 17 abril, 1995); Kunsthalle, Viena (12 mayo - 16 julio, 1995); Galleria d'Arte Moderna e Contemporanea, Palazzo Forti, Verona (28 julio - 22 octubre, 1995); Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela (selección) (10 noviembre - 7 enero, 1995-96)
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